En el patio de La Hacienda en Miramar hay una brisa rica-rica. Esto no parece San Juan en pleno julio. Yo nunca había venido. Con razón Larry escogió La Hacienda para encontrarnos a hablar sobre su libro nuevo, Escenas Transcaribeñas: Ensayos Sobre Teatro, Performance y Cultura. También es que él—cuando está en Puerto Rico—vive por aquí cerquita. Yo como no salgo de Río Piedras, pues….
A mi me ha tomado de sorpresa lo accesible que es Lawrence La Fountain-Stokes. Él hace mucho, escribe mucho, viaja mucho, conoce a todo el mundo, y todo el mundo lo conoce a él. Yo creo que su agenda debe estar cargadísima de cosas, pero uff, qué bueno que sacado un rato para encontrarnos hoy.
Y esta es la segunda vez que nos vemos. El mes pasado Larry, sin conocerme y con solo un intercambio de emails, fue a la Escuela de Arquitectura de la UPR para tomar parte de mi evento, AQUÍ. Como un relámpago risueño, entró por la puerta, estuvo un rato con nosotros, y se fue antes de que terminara su poster. Yo creo que su agenda está cargadísima.
El trabajo de Larry es bien reconocido internacionalmente, y sus investigaciones acerca de identidades LGBTQ en el Caribe tocan temas de migración y diáspora, cultura, teatro, literatura y performance. Su compromiso con Puerto Rico—y con la comunidad LGBTQ de la isla—es palpable. Y aparte de que hay que admirarlo por lo que ha hecho y logrado, si te soy honesto, Larry cae muy bien. Muy. Yo tengo la sospecha de que, aparte de sus méritos intelectuales, su carisma, su enorme sonrisa, su gentileza y su barba colorida—puede ser rosa, verde, azul—lo ha ayudado a lo largo de su carrera. Eso a mi me me encanta.
ENTREVISTA-INTERVIEW: Larry La Fountain-Stokes
LFS: El Hangar a mi me voló la cabeza. Yo no entendía bien lo que era, pero Celiany Rivera Velásquez ha trabajado con El Hangar y me explicó un poquito lo que era. Fui, y me alegro. Yo siento que están pasando muchas cosas.
RR: Yo también. Y yo no sé si es que yo no conectaba con este círculo de personas y estas cosas cuando era estudiante en la Iupi o si es que ahora, como estoy interesado en el tema, noto que están pasando cosas nuevas con los espacios. De momento un espacio se convierte queer, y cuando se acaba el evento, regresa a ser lo que era antes.
Por ejemplo ayer, “Inédita”, de Lío Villahermosa, transformó toda la Ponce de León, entre la Parada 18 y la 20. Todo el recorrido desde el MAC hasta el Centro de Bellas Artes, pues aquello era una cosa mágica. Tenías como a 200 personas en la calle, caminando de noche en la oscuridad, porque aquello apenas está iluminado, oyendo canciones de Sylvia Rexach, con proyecciones visuales sobre la estructura de lo que era el Cine Paramount, con señoras mayores bailando en la oscuridad del jardín de Central High, con Lio cantando, con Isel Rodríguez, que se apareció en una guagua de los años 50s, vestida como y cantando canciones de Silvia Rexach. Tú veías la gente saliendo del concierto de La India en el Centro de Bellas Artes, que no entendían nada. Tenían que caminar por la calle porque nosotros estábamos bloqueando la acera. Era una cosa alucinante y en el camino de vuelta, una proyección enorme sobre una cafetería en Santurce. O sea era una intervención urbana por gente de ambiente, pero era bien mixto. Había desde niños y perros hasta envejecientes, and everything in between. Era parte de ‘El MAC en el Barrio’.
En Santurce están pasando tantas cosas, inclusive todo lo que es el Barrio Gandul, mucha de la gente que está haciendo los murales y los performances, son queer. O si no son queer tienen muchos amigos queer. Eso se llena de gente del ambiente. Son espacios bien alternativos.
¿Encuentras que Santurce es diferente a la escena de Río Piedras?
El scene de Río Piedras también es importante. Son distintos, pero hay muchos cruces de lo que pasa en Santurce y lo que pasa en Río Piedras. Lo que pasa es que después del huracán María, yo no sé muy bien qué está pasando en Río Piedras. Yo fui el viernes a un concierto de Joe Louis en la Galería Guatíbiri. Mickey Negrón hacía muchísimo en Río Piedras cuando se daba ‘Asuntos Efímeros’, que empezó en El Cabaré—que era un espacio en la Ponce de León, y después Asuntos Efímeros se mudó al Paseo de Diego. Pero ahí lo que pasó fue que se acabó el financiamiento que el Municipio de San Juan le estaba dando a Casa Ruth. Casa Ruth Hernández Torres se había convertido en un centro cultural queer, con Gisela Rosario y Helen Ceballos. Pero aquello cerró después del huracán y no la han vuelto a abrir.
En Río Piedras no hay congresos queer. Hay uno en Mayaguez, “Coloquio ¿Del otro la’o?” Tal vez lo más parecido a esto en Río Piedras es CLiQ (Congreso de Literatura Queer). Pero claro, el Programa de Estudios de Género y de la Mujer en la UPR Río Piedras, ellos organizan muchos eventos. Dan charlas a grupos estudiantiles dentro del campus universitario, etc. Pero en la UPR Río Piedras, que yo sepa, no se ha articulado con tanta visibilidad nacional e internacional un coloquio. Para el “Coloquio ¿Del otro la’o?” ha venido gente de Europa, de Latinoamérica y ha puesto la escena de investigación LGBTT de Puerto Rico en el mapa internacional.
Yo estoy organizando una conferencia internacional, Sites Queer, en febrero con gente de otros países—y me gustaría que venga gente de Latinoamérica—para hablar de espacios, queerness y tecnologías. Hay mucho que se está investigando en términos de lo que está pasando en Estados Unidos y Europa, pero estoy encontrando muy poco de lo que pasa en otros continentes. La idea es que la UPR Río Piedras actúe como un hub para que la gente venga a hablar de estas otras comunidades, que a su vez son Otras dentro del discurso.
¿Tú conoces San Juan Gay de Javier Laureano?
Sí, lo conozco porque es una de las pocas personas que ha hablado de arquitectura o de la ciudad gay de Puerto Rico.
Él te puede interesar conocerlo en persona y que te hable de su experiencia de haber hecho su investigación doctoral. Porque ese libro sale de sus tesis doctoral en la UPR. Fue, posiblemente, de las primeras tesis en historia sobre ese tema, aunque en su cohort varias de las personas todos escribieron disertaciones sobre temas homosexuales en Puerto Rico, pero enfocándose en distintos momentos históricos.
Laureano hizo ese libro realmente pensando en la ciudad, o en las diferentes ciudades: la ciudad del Sida, la ciudad del activismo, la ciudad transformista, la ciudad de la violencia anti-homosexual. Entonces, es un libro que de cierta manera es estructurado al rededor de la geografía. Él tiene doctorado pero no es historiador profesional. Él ahora trabaja en la Environmental Protection Agency, pero por muchos años fue el director ejecutivo del programa de El Estuario de la Bahía de San Juan, porque él tiene una maestría de administración y su trabajo es como ambientalista. Pero su pasión es la historia gay, que lo comparte con su esposo Rubén Ríos Ávila.
By the way, felicidades por tu nuevo libro. No lo he terminado de leer aún, pero sí he leído pedazos que tal vez se relacionan con mi research, y una de las cosas que me llama la atención es que estás escribiendo en fragments, cortitos, digeribles. Yo también estoy haciendo eso con El Site. Me dije a mi mismo: “No me voy a poner a escribir estos macro ensayos, porque aún no sé hacia donde llevarlos.” Así que en parte quería saber si me podías hablar un poco sobre cómo estos fragmentos ayudaron a estructurar tu libro.
Escenas Transcaribeñas es un libro muy particular. Es una recopilación de 20 años de ensayos cortos que yo publiqué en Claridad, en 80grados, en El Nuevo Día y en otros periódicos, revistas y en mi propio blog. También hay algunos textos que estaban inéditos. Yo llevo 20 años publicando en Puerto Rico, más que nada, reseñas sobre teatro y performance, pero hoy en días las personas que se meten en los archivos para buscar esas cosas. Entonces quise publicar un libro un poco más accesible, en español, porque en Puerto Rico hay mucha gente que no lee en inglés, o que prefiere no leer en inglés o que le da trabajo leer en inglés o que simplemente tiene una preferencia por leer en español.
También quería publicar un libro menos académico, porque como parte de mi trabajo en la Universidad de Michigan, a mi me requieren que yo publique investigación académica evaluada por pares, y ahí sí escribo en inglés. Mi libro Queer Ricans: Cultures and Sexualities in the Diaspora sale de mi disertación, es un libro más tradicional, son ensayos más académicos; el libro que estoy terminando ahora, que se llama Translocas, que trata sobre la política del transformismo puertorriqueño, es un libro más académico, con ensayos más largos. Pero los libros académicos los leen solamente algunas personas. Y yo quería publicar algo que las vecinas de Mami en Miramar pudieran leer y disfrutar, que pudiera estar en cualquier biblioteca o que sencillamente pudiera circular de otras maneras.
En el proceso de escribirlo me di cuenta que hay muchos artistas en Puerto Rico que no siempre se les da la atención que merecen, entonces parte del proyecto es difundir la obra de ellos. Desde los años 90s, he estado publicando en periódicos porque es un tipo de diálogo muy distinto con los lectores. Los artículos académicos muchas veces no los ve nadie o los lee bien poca gente, o tú no te enteras si los leen.
Me estoy dando cuenta de eso, cuando mis amigos leen El Site y me dicen: “Leí todo, está bien interesante.” Son pequeños fragmentos, algunos son un párrafo y ya, porque sencillamente no tengo nada más que decir.
Tienes esa flexibilidad.
Otra cosa que me llama la atención de tu libro, y que lo mencionas ahora, es cuándo escribir en español y cuándo escribir en inglés. Esto es algo que yo me cuestiono todo el tiempo, en parte porque mis formaciones académicas—en la escuela, en la Iupi, en UCL—han sido en ambos lenguajes. Me pregunto que si mi investigación es sobre lo queer en Puerto Rico, si hace sentido que escriba tanto en inglés. Pero a la vez, en Puerto Rico estamos en un contexto híbrido.
Mi preferencia es publicar en ambos idiomas. Eso algunas veces causa confusiones porque a veces no me acuerdo qué escribí en qué idioma, y estoy constantemente en un proceso de traducción. La traducción toma mucho tiempo. Para mi es bien importante, y yo aprecio, publicar y hablar en los dos idiomas porque es necesario. En Estados Unidos hay mucha gente puertorriqueña que no habla español. Hay gente que no es puertorriqueña, pero le interesa el tema de Puerto Rico. Algunas veces no le interesa, y yo entiendo que en parte lo que hago es tratar de seducirlos o mostrarle el valor de aprender sobre Puerto Rico. Y entonces pasa lo mismo en español. En Puerto Rico hay mucha gente que no sabe nada o poco sobre los temas LGBTQ. Hay gente en latinoamérica y España que no sabe mucho sobre Puerto Rico. Yo entiendo que tengo esa facilidad—yo crecí bilingüe, fui a escuela bilingüe, trabajo en las dos lenguas. Además, yo tengo una vida dividida; yo paso mucho tiempo en Puerto Rico pero vivo en Estados Unidos. Me ha interesado hacer intervenciones en ambos lugares. El español y el inglés son los dos mundos en donde más me muevo.
¿Me podrías hablar un poquito sobre el contexto sociopolítico en Puerto Rico cuando te fuiste?
Pues yo me fui en el ’86. Me fui a los 18 años, y estudié fuera. En aquel momento yo pensaba que no era posible vivir aquí para mi. Por mi sexualidad, por mi relación con mis padres, yo pensaba que aquí no era un espacio viable, y me tardé mucho tiempo en descubrir ese mundo que existía en Puerto Rico, pero que no era el mundo de donde yo venía. Eso yo lo vine a descubrir en los años 90s.
En los años 80s lo que se oían eran los estereotipos, las noticias sensacionalistas, los asesinatos. Yo crecí en un ambiente bastante conservador, donde yo no vislumbraba que eso era una posibilidad de vida para mi. Pero al estudiar en Estados Unidos y en Brasil, al estar lejos de mi familia, de la comunidad donde yo crecí, ahí sí me veía.
En los 90s, me reintegro a Puerto Rico de una manera distinta. Hago nuevas amistades. Yo vivía en Nueva York, y allí hay muchos puertorriqueños que van y vienen constantemente. De cierta manera hay un puente queer entre Nueva York y Puerto Rico, y pues te va abriendo nuevo espacios, creando conciencia. En los años 90s no había Facebook, pero sí había Caribbean Breeze, que era un periodiquito gay que salía todas las semanas. Para ese tiempo ya en Puerto Rico había marcha gay; ya había ACT UP. Eso salía en los periódicos. Por ejemplo, Javier Laureano habla de cómo el San Juan Star siempre cubrió todo el activismo gay en Puerto Rico. En mi casa se recibía ese periódico. ¡Yo supe del primer desfile gay de Puerto Rico, en el 1991, porque salió en el periódico! El periódico lo anunciaba, decía: “En el Condado va a haber una marcha gay.” Y ya yo había ido a marchas gay en Boston, yo ya sabía lo que era el concepto. Pero en ese momento no me atrevía ir a la marcha gay en Puerto Rico
Hay una generación que se fue durante ese tiempo por las condiciones de Puerto Rico, y ahora nuevamente la migración es un tema popular, particularmente después del huracán. Ahora tal vez no sea al caso, pero la migración del siglo pasado fragmentó mucha de la historia gay de Puerto Rico.
Ahora cada día se está descubriendo más y más sobre los años 1920s y 1930s. Ya desde los años 20s hay puertorriqueños homosexuales que se fueron a Nueva York. En Centro Journal vamos a publicar un artículo sobre una novela rescatada de los años 30s, en donde el protagonista es un puertorriqueño dandy, diferente y artístico, que le encanta viajar a Europa y le encanta el arte y la decadencia. Los años 20s fueron un tiempo de gran efervescencia, entonces todo el mundo piensa que la cultura homosexual en Puerto Rico comenzó en los años 60s, pero ha sido bien interesante ver cómo ya en los años 20s había cultura homosexual puertorriqueña en Nueva York.
Y sí, a veces había espacios para este tipo de trabajo en Nueva York. Los puertorriqueños iban, o al menos viajaban allá. De seguro pasaba en San Juan también, lo que pasa es que todavía no se han descubierto las fuentes. No quedan personas vivas que recuerden los años 20s—sería gente de más de 100 años.
Ahora, la gente se continúa yendo por distintas razones. Algunas se van por los estudios, por los negocios, por necesidad económicas, por cuestiones de familia y hay otras que se van y no saben por qué se van. Después es que lo descubren. En el momento que me fui, yo no sabía articular por qué, yo sólo sabía que necesitaba irme, que algo me motivaba a irme.
Pero es bien importante que no haya la falsa impresión de que en Puerto Rico no se puede vivir. Eso no es cierto. También es importante que se sepa, que para algunas personas, Puerto Rico es imposible. Hay que reconocer la sutileza de las dos cosas a la vez. Hay gente que puede vivir aquí de lo más bien. Puede expresarse y vivir su vida felizmente, pero por alguna razón otra persona tal vez idéntica—por contexto, rechazo, personalidad, idiosincrasia, familia—eso puede ser razón para no poder vivir aquí.
Cuando Angel Lozada publicó La Patografía en el 1998, que él decía que Puerto Rico era homofóbico y que era imposible vivir en Puerto Rico, los activistas LGBT se molestaban muchísimo y peleaban con él, y él peleaba con ellos y ellas. Él decía que en Puerto Rico no se podía vivir, y todos sabemos que eso no es verdad. Lo que sabemos es que Angel Lozada, él, sintió que aquí no podía vivir. Eso hay que respetarlo, respetar la decisión personal. Pero también es importante reconocer que Lilliana Ramos-Collado no ha emigrado, y que ella siente que ha podido vivir sumamente feliz, que ella ha podido vivir su vida, y que como Lilliana hay muchas otras personas. Han vivido aquí y no se han sentido en la necesidad de emigrar para ser quienes son.
¿Tú sientes que escribes de Puerto Rico desde afuera o sientes que escribes desde adentro aunque no estés aquí?
¡Yo estoy afuera y adentro! ¡Yo vengo mucho! Hay años que yo vengo seis veces. Yo escribo sobre Puerto Rico, yo publico en Puerto Rico, estoy conectado con las redes, con los artistas, los escritores, los investigadores de Puerto Rico. Entonces, claro, como estoy afuera, me pierdo un montón de cosas o a veces no me entero. A veces me entero pero bien tarde. A veces no sé cosas bien básicas. Entonces, yo sé mucho sobre algunas cosas y soy extraordinariamente ignorante sobre otras.
Bueno pero cuando nos sentamos y empezamos a hablar sobre todos los eventos que has ido desde que llegaste a Puerto Rico en este último viaje, una de las cosas que pensé es que muchas de estas cosas se dan a promocionar por Facebook. Pero Facebook lo dicta un algoritmo y no todo el mundo tiene el mismo acceso a la información, aunque técnicamente todos tengamos el mismo acceso a la información. El tipo de persona con quien yo interactúo en Facebook determina el tipo de información que el algoritmo me va a dejar ver y que no me va a dejar ver. Por ejemplo, tú me mencionaste que no te enteras mucho de lo que está pasando en Río Piedras, pero yo sí; yo me entero mucho de eventos de drag queens en Río Piedras porque el algoritmo me lo permite. Me envía a mi newsfeed todos los eventos de dragas que van a perform, por ejemplo, hasta en el Vidy’s.
¡Ah!
Pero no me enteré del evento de MAC en el Barrio, ni de eventos de El Hangar.
¡Correcto!
Estamos en la misma ciudad, pero el algoritmo no me envía lo mismo que a ti.
A veces la gente me manda información por Facebook Messenger, o me las pone en mi página para que yo la difunda, porque la gente sabe que yo pongo muchas cosas. Es más, a veces la gente se confunde porque yo pongo todo lo que yo sé que pasa en Puerto Rico, aunque yo no esté. Entonces la gente hay veces que me dice: “Larry, ¿tú estás o no estás? Yo no sabía si tu ibas.”
Antes Facebook solo te dejaba poner ‘going’ o ‘not going’, pero ahora te deja decir ‘interested’. Eso a mi me encanta porque yo puedo decir: “Esto me interesa, aunque no sé si voy.” Es más, tal vez ni siquiera esté en Puerto Rico ese día.
Yo estoy en redes latinoamericanas, españolas y de Estados Unidos, así que cada vez que yo anuncio un evento, yo pongo el país. A veces yo recibo cosas de muchos lugares y ni siquiera sé en qué país es el evento. Igual, cada vez que alguien hace un poster, yo les digo que por favor pongan el lugar y la fecha, incluyendo el año, porque la imagen—el poster—se convierte en la documentación del evento. Si tú dices que el evento es el 2 de julio, por ejemplo, de aquí a un año, nadie va a saber en qué año fue. Esas son mis luchas.
La gente no tiene visión. Ellos quieren apelar a la comunidad inmediata en cuanto a temporalidad y geografía, pero mucha gente no se da cuenta que eso circula de una manera rizomática; es bien bueno que diga el lugar, el país y la fecha. Número uno, la publicidad ya tiene carácter de archivo, y el poster te sirve para documentar el evento. Pero también te sirve porque cuando eso empiece a circular por las redes en múltiples países, ya le gente sabe que en Puerto Rico están haciendo cosas interesantes. Por ejemplo, van a saber que en Puerto Rico hay un lugar que se llama ‘El Hangar’, y que está haciendo cosas queer/agro-ecológicas/alternativas, donde está yendo mucha gente súper joven, creando unos espacios bien distintos enfocados en la sostenibilidad, el performance, las artes y cosas chulas.
Es cierto, Facebook se convierte en un tipo de archivo de estos eventos. Eso antes era más difícil de documentar y anunciar. Pero igual, yo no sé si hay alguien que está archivando estos eventos.
Yo sí archivo. Eso es metodología histórica y de investigación. Hay que reconocer la inestabilidad de las plataformas, porque Facebook está ahí hoy pero tú no sabes si va a estar mañana, al igual que tu computadora la tienes hoy pero tal vez no la tengas mañana. Entonces, de la misma manera que tú tienes que hacer un back-up de tu computadora, ya sea en la nube o en un hard-drive, yo bajo imágenes, las organizo, las catalogo.
Mi computadora está llena de estos folders porque uno no sabe si mañana va a tener acceso a lo que vemos ahora. Eso es un método de investigación, y yo a veces fallo, pero pienso como el etnógrafo o antropólogo que ve el evento y sabe que se debe sentar a escribir sobre eso mientras la memoria todavía esté fresca. Eso yo lo hago a veces, y a veces no. Pero siempre trato de anotar qué, cuándo, dónde, cómo, qué fue. Eso es lo más básico, pero si es posible, lo mejor es sentarse a tomar notas o recoger los artículos. Algunas veces yo uso mucho screen captures para documentar los comentarios que la gente pone, ¡porque esas cosas son súper efímeras!
Una de las cosas que yo me encontré cuando redacté mi propuesta de investigación—que de hecho, debo decir que la primera persona que encontré que hablaba sobre Puerto Rico, fuiste tú—era un artículo en donde decías que los académicos han ignorado mucha de la historia gay de Puerto Rico. Ese fue mi punto de entrada para darme cuenta que realmente no hay muchas cosas documentadas. Entonces, veo a Laureano que habla de cuán difícil es recolectar estos fragmentos, porque mucha gente se fue de Puerto Rico, otra gente murió y no todo el mundo tiene acceso a esos archivos y files—por ejemplo, acceso a Pa’Fuera.
Desde el punto de vista de la arquitectura y el urbanismo, hay un vacío enorme en conocimiento, información, documentos. Entonces, estos eventos que tú mencionas que se promocionan en Facebook ocurren en sitios. No siempre son en espacios gay, pero sí ocurren en espacios en la ciudad. Y debe haber una manera que podamos hacer que estos archivos, sin tener que catalogarlos manualmente, queden organizados. Laureano habla del archivo queer, y yo como una intención a reaccionar a esto, tengo en El Site una sección de Files, por si hay gente que quiere compartir, donar, dejar atrás archivos para empezar a recopilar información de los espacios queer en Puerto Rico.
Pero ahí lo que yo pienso es que hay una importancia en la historia oral. La gente se recuerda un montón y te pueden contar. Los archivos aparecen en lugares inesperados. Por ejemplo, la Universidad de Michigan tiene todo Pa’Fuera. Yo fotocopié todo Pa’Fuera y se lo di a Javier. Y Javier me da las gracias en los reconocimientos de su libro. ¡Pero eso es una cosa bien curiosa, random, extraña! ¿Cómo llegó toda la colección Pa’Fuera—el primer periódico gay de Puerto Rico—a Michigan? Resulta que Michigan tiene una colección de movimientos sociales que se llama the Labadie Collection, y coleccionan material sobre diversidad sexual.
Hace como un mes yo fui al show de Barbra Herr en Yerba Buena en Condado. ¡Entonces Barbra Herr, que tiene 62 años, se puso a hablar de lo que ella hacía en los años 70s! En esos años comenzó a trabajar con Johnny Rodríguez después de que El Cotorrito—que fue una barra de transformismo bien importante—ya había cerrado, pero todavía El Cotorrito hacía touring shows. Entonces Barbra se acuerda de la geografía gay de San Juan porque ella la vivió, no tan solo como persona que iba, sino también como persona que trabajaba en ella.
Hablando de El Cotorrito, da la casualidad de que un coleccionista encontró un programa souvenir de la barra, lo escanió y lo puso en Facebook. Entonces yo le pasé el enlace a Javier, y Javier Laureano pudo integrar la documentación sobre quiénes eran los artistas de El Cotorrito en el libro. Y todo porque apareció en el internet.
Las entrevistas son importantes como estrategias, y tenemos que seguir coleccionando archivos. Javier Laureano tiene un sueño de crear un archivo queer puertorriqueño.
¿Y él todavía está interesado en eso?
¡Sí! Interesado y comprometido porque los historiadores piensan así. Su fuente de información es el archivo. Y claro, el archivo se inventa, se recrea, se transforma. El archivo son miles de cosas: los periódicos, la memoria, los anuncios, las revistas. Hay un sueño de crear un archivo queer en Puerto Rico.
¿Y esas Pa’Fuera están accesibles por internet por medio de la página de la Universidad de Michigan?
Pues no, ¡pero yo te las puedo dar!
Eso sería excelente. Yo mandé a mi asistente de investigación a que me las buscara en la Biblioteca Lázaro, y ella me decía: “¡Ellos no las encuentran! ¡No están!”
Ah, pues yo te las mando.
That would be excellent. Creo que pueden ser buenas para pensar y hablar del espacio queer en Puerto Rico, porque hay muy poco escrito, y aquí no se fomenta mucho en la educación en la arquitectura.
Eso podría ser una buena conversación para tener con Luis Aponte Parés, que es arquitecto. Él ha documentado los espacios gay en Nueva York y en Boston, es uno de los pioneros. Es una buena conversación para Miguel Rodríguez-Casellas, y para gente que viene de arquitectura y tal vez te sepan decir un poco más sobre el conservadurismo en el campo, los prejuicios, las dificultades profesionales, sobre cómo el clóset es el secreto abierto, el sujeto tácito, cómo se habla y no se habla de las cosas… Pero es un proyecto bien importante, y yo creo que hay muchas maneras en que se puede bregar.
Número uno sería el mapa de la ciudad actual. ¿Cuáles son los bares y los espacios? ¡Es que hay tantos! Desde la Placita en Santurce, hasta una cosa tan simple como que Paxx Caraballo Moll, el cocinero genderqueer que sale en Mala Mala, ponga un post en Facebook pidiendo que cooperen con la cocina queer y vayan a comer a Jungle Bird. Entonces Jungle Bird, que no es necesariamente un lugar queer, como está Paxx allí, los amigos de Paxx empiezan a caer, y aquello se vuelve de repente un espacio distinto. Pero eso pasa en La Placita, en El Local, en La Respuesta. Depende de quiénes son los artistas que están esa noche.
Hay unas redes de espacios aquí que se transforman, casi mágicamente, de acuerdo a la programación de esa noche. ¡Y todo el mundo sabe! Todo el mundo sabe que esos son espacios porosos, y mi sospecha es que eso no es nuevo. Mi sospecha es que eso pasa desde los años 20s, ¡o desde antes! Quién sabe si desde el siglo 19. Ayer en el evento de Sylvia Rexach, ¡Santurce era profundamente queer! Esos espacios de bohemia son espacios alternativos. Pero esas son historias que no se han contado.
Eso es lo que estoy pensando que va a ser parte de la investigación: ese mapping. Cuando yo hice la propuesta de este proyecto, yo dije que iba a hablar sobre los espacios queer históricamente, pero en realidad me di cuenta de que yo quiero hablar de lo que está pasando ahora. Con la gente de ahora. Y ver cómo estos espacios se convierten, como tú dices, ‘porosos’.
Los meses después del Huracán María, que aún no había luz en Río Piedras, hubo este performance en el Paseo de Diego, al frente de un sitio que se llama Mondo Bizarro. Era la despedida de una transformista, Vena Cava, que se fue para Nueva York. Yo lo conocí por casualidad, y me invitó al evento. Fue una cosa casi mágica porque era Río Piedras a oscuras, una barra sirviendo tragos a través de una ventana larga que daba hacia el Paseo, una planta eléctrica con dos focos de luz, una tarima de madera y un montón de gente vestida funky—la escena queer de Río Piedras. Vena Cava se paró, hizo lo de ella, mientras un DJ queer, Ien Grave, tocaba entre sets. Cuando se acabó, poof. Everything was gone. Todo el mundo se fue para Polo Norte. No encuentro fotos de eso, pero fue un evento totalmente queer en este espacio, donde lo transita cierta población de Río Piedras, que fue apropiado por un grupo de personas en la penumbra pos-María, y de momento dejó de ser. Esos son los eventos que están ocurriendo ahora. Y yo quiero hablar de eso. De hecho, estoy trabajando un ensayo.
Eso hay que documentarlo. Eso se documenta en el acto de la escritura inmediata, tú te sientas a tomar notas antes de que se te olvide. Puede ser también a través de entrevistar a las personas. Puede ser a través de recuperar las fotos en Facebook. Aunque Facebook es un archivo inestable y efímero. Algunas veces se hace difícil encontrar cosas en Facebook. Por eso a mi me gusta bajar las cosas o hacer screen captures. Entonces la pregunta es si lo vas a hacer siempre o si lo vas a hacer algunas veces, porque toma mucho tiempo! Ah! Pero si puedes tener un equipo, eso podría ser extraordinario.
Lo que podría estar cool—que lo estoy trabajando para el semestre que viene—es que sea parte de una clase en la Universidad de Puerto Rico. Lo que estoy proponiendo es que parte de los proyectos de la clase sea ir a estos eventos y documentarlos.
Lo otro que es bien importante es que hay muchas cosas que pasan fuera de San Juan y de la zona metropolitana. Eso también es bien interesante.
¡Ay! ¿Qué tú me dices de la Parada Gay en Cabo Rojo? Eso es otro mundo. La Parada Gay de San Juan es una cosa pero la de Cabo Rojo es otra—hablando de la transformación del espacio, del evento performativo, del momento, de lo efímero. Eso va y viene. Yo he ido solo una vez, pero eso es una fiesta. Sería maravilloso que alguien escriba sobre Cabo Rojo.
Hay barritas gay en pueblos inesperados. En Aguada hay una que se llama Melvin’s, y hay una en Camuy que se llama Distortion, y tiene hasta piscina. Yo me enteré por casualidad. Pero hay que hablar de cómo estos pueblos desarrollan su propia cultura gay, que debe ser diferente a la de acá—o tal vez no. En algún momento me gustaría expandir e incluir esas conversaciones también. Empiezo por San Juan porque aunque soy de Aguada, vivo y trabajo acá, y estoy más conectado a esta red, pero también porque San Juan tiene un legado histórico queer importante—en Viejo San Juan, Santurce, Río Piedras.
¿Tú te has leído La Patografía?
No, pero la quiero leer.
Pues te va a gustar, porque Ángel creció en Mayagüez, y toda la novela es en Mayagüez.
O sea, a mi me vuela la cabeza que exista Melvin’s en Aguada, cuando a Aguada le dicen ‘el Vaticano de Puerto Rico’…
¡Wow! Pues entonces también tienes que hablar con Manuel Avilés Santiago para que él te cuente sus impresiones de Aguada como espacio gay. Él es de allí y enseña en Arizona State University.